HIPERINFLACIÓN ALEMANA

Tras la I GM, el Tratado de Versalles dejó duras consecuencias para el imperio alemán. Se acordó en 1921 el pago de 3000 millones de marcos de oro a los aliados por parte de Alemania que representaban entre el 5% y 6% de su renta nacional. El hundimiento final de esta fue con la ocupación del Ruhr en 1923 por franceses y belgas con la excusa de haberse incumplido en el pago de separaciones. El proceso de reconstrucción, una amplia dislocación del comercio y de la producción en Europa central, causó una subida adicional de precios de inflación posguerra que se debió fundamentalmente a la imposibilidad estatal de equilibrar el presupuesto, el déficit público financiado mediante préstamos.
La hiperinflación produjo ganadores (deudores) y perdedores (ahorradores). Esto dividió el voto de las clases medias alemanas. 
Tras el crack del 29, se produjeron salidas masivas de oro en Alemania, claramente la gran deuda Alemana se debió a las duras condiciones del Tratado de Versalles y los préstamos de EEUU para pagar las indemnizaciones. La retirada de fondos masiva llevó a la quiebra al primer Banco de Austria (Creditanstal) Alemania siguió apostando por políticas deflacionistas aun habiendo abandonado el patrón oro en 1931. Los precios cayeron 28% y salarios 30%, rozando una guerra civil. Lo que vino después es sobradamente conocido, la crisis económica (depresión) afectó a todas las capas sociales alemanas, el desempleo aumentó tanto en clases bajas, medias y altas. Muchos de los empresarios entraran en quiebra y los acreedores perdieron sus ahorros, los deudores asistieron a la caída del sistema bancario. Además se dará un déficit público por la insuficiente deuda pública. Ante esta pésima situación, Hitler prometió estabilizar los precios y acabar con el desempleo por lo que gran parte de la población desesperada se inclinó a él. Posteriormente después del incendio del Reichstag, Hitler ganó las elecciones parlamentaras en 1934 con el 44% de los votos. 
El aumento de la oferta de dinero y la elevación de los precios, como consecuencia de la devaluación del marco, hicieron que el dinero se gastara más rápido que derivó un periodo inflacionista y finalmente la subida de precios domésticos superó el crecimiento en cantidad de dinero.El Plan Dawes en 1924,establecido para conseguir que los aliados consiguieran sus reparaciones de guerra mientras a la vez se buscaba estabilizar la economía de Alemaniatrajo la estabilización del marco debido a la introducción del marco denominado Rentenmark y a una recepción de un préstamo de 800 millones de marcos (20 millones de dólares).

Keynes advierte de las desastrosas consecuencias que el tratado tendría para la economía alemana y para la economía mundial en general. En su opinión, la clave para recuperar la economía europea no eran ni de lejos las indemnizaciones y reparaciones que debía pagar Alemania (se acabaron de pagar en octubre de 2010). 
Según la comisión del Plan Dawes, las reparaciones que debían pagar las autoridades alemanas tenían que hacer frente a dos problemas: El problema presupuestario, relativo a si Alemania podía reunir la cantidad de dinero reclamada. y el problema de la transferencia, relativo a si esas transferencias a los vencedores de IGM eran factibles.
La creencia en la existencia de fuerzas estabilizadoras en los mercados. Por el otro, nos topamos con un esfuerzo analítico centrado en la inestabilidad intrínseca de las economías capitalistas.
Según Keynes se necesitaba una política monetaria activa para estabilizar el nivel general de precios. Pero Hayek concluyó que una política monetaria podía disfrazar tendencias inflacionarias y aquí comienza la larga e importante controversia entre Keynes y Hayek.
Para Hayek, el análisis de Keynes conducía a una de las peores herejías: el desequilibrio entre ahorro e inversión no podía ser corregido por las fuerzas del mercado. Esto significaba que no existía un mecanismo corrector capaz de rectificar las posibles disparidades en una dimensión tan importante de la economía. Para Hayek lo peor era que esa conclusión podía generalizarse a toda la economía: no habría ningún mecanismo endógeno capaz de mantener el equilibrio entre oferta y demanda.

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